Soy Miguel Ángel Reche Psicólogo Terapeuta Experto en psicología transpersonal y positiva. Dirijo talleres y tengo consulta en Sevilla: reche2@yahoo.es o 655090215
lunes, 20 de mayo de 2013
ANCIANO EN LOS HIMALAYA
ANCIANO EN LOS HIMALAYA
Un anciano peregrino recorría su camino hacia las montañas del Himalaya en lo más crudo del invierno. De pronto, se puso a llover.
Un posadero le preguntó:
¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí con este tiempo de perros, buen hombre?»
Y el anciano respondió alegremente:
“Mi corazón llegó primero, y al resto de mí le ha sido fácil seguirle”.
Un anciano peregrino recorría su camino hacia las montañas del Himalaya en lo más crudo del invierno. De pronto, se puso a llover.
Un posadero le preguntó:
¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí con este tiempo de perros, buen hombre?»
Y el anciano respondió alegremente:
“Mi corazón llegó primero, y al resto de mí le ha sido fácil seguirle”.
Ejerciendo la Maestría...
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darl ...e muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial que se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".
"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.....
EL VIAJE DEL BUSCADOR
EL VIAJE DEL BUSCADOR
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción:
Abedul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas.
El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido apenas sobrepasaba 11 años... Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
No, ningún familiar, dijo el buscador. ¿Qué pasa con este pueblo, qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano sonrió y dijo:
Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré. Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:
a la izquierda, qué fue lo disfrutado…
a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?…
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...?
¿y el casamiento de los amigos…?
¿y el viaje más deseado…?
¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?…
¿horas?, ¿días?…
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta
y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba,
porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.
PSICOLOGÍA ESENCIAL:
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción:
Abedul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas.
El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido apenas sobrepasaba 11 años... Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
No, ningún familiar, dijo el buscador. ¿Qué pasa con este pueblo, qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano sonrió y dijo:
Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré. Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:
a la izquierda, qué fue lo disfrutado…
a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?…
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...?
¿y el casamiento de los amigos…?
¿y el viaje más deseado…?
¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?…
¿horas?, ¿días?…
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta
y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba,
porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.
PSICOLOGÍA ESENCIAL:
https://www.facebook.com/pages/Trabajo-Esencial
lunes, 13 de mayo de 2013
Absorber lo que a uno le enseñan
Absorber lo que a uno le enseñan
Es muy importante absorber lo que a uno le enseñan, y no tan sólo probarlo o engullirlo.
La gente habitualmente se encuentra en tal estado de prisa que no se permite a si misma digerir materiales que, sin embargo solo pueden ser útiles si se absorben.
Existe una parábola acerca de esto que ayuda a fijarlo en la memoria; es la historia de las:
Monedas de Oro
Érase una vez un avaro codicioso que de modo regular se dirigía al rey y le pedía limosna. Cada vez que visitaba al rey salía con una moneda de oro, que agarraba de la mano del monarca y escondía en los pliegues de su manto.
Tan pronto como llegaba a casa, introducía la moneda en un agujero bajo el suelo.
Un día el avaro murió, como a todos nos ocurrirá.
Cuando se encontró su dinero, se observó que en cada moneda figuraba el nombre del rey, y todo el tesoro le fue devuelto a él.
http://aldebaranlaestrelladelbuscador.blogspot.com.es/
La gente habitualmente se encuentra en tal estado de prisa que no se permite a si misma digerir materiales que, sin embargo solo pueden ser útiles si se absorben.
Existe una parábola acerca de esto que ayuda a fijarlo en la memoria; es la historia de las:
Monedas de Oro
Érase una vez un avaro codicioso que de modo regular se dirigía al rey y le pedía limosna. Cada vez que visitaba al rey salía con una moneda de oro, que agarraba de la mano del monarca y escondía en los pliegues de su manto.
Tan pronto como llegaba a casa, introducía la moneda en un agujero bajo el suelo.
Un día el avaro murió, como a todos nos ocurrirá.
Cuando se encontró su dinero, se observó que en cada moneda figuraba el nombre del rey, y todo el tesoro le fue devuelto a él.
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AMAR LO QUE SOMOS
AMAR LO QUE SOMOS
Anthony de Mello
http://aldebaranlaestrelladelbuscador.blogspot.com.es/
Los animales del bosque se dieron un cuenta un
día de que ninguno de ellos era el animal perfecto:
los pájaros volaban muy bien, pero no
nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda
corredora, pero no podía volar ni sabía
nadar... Y así todos los demás.
¿No habría una manera de establecer una academia
para mejorar la raza animal? Dicho y
hecho. En la primera clase de carrera, el conejo
fue una maravilla, y todos le dieron sobresaliente;
pero en la clase de vuelo subieron al conejo
a la rama de un árbol y le dijeron: “¡Vuela, conejo!”.
El animal saltó y se estrelló contra el suelo,
con tan mala suerte que se rompió dos patas y
fracasó también en el examen final de carrera.
El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron
que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó
las alas y el pico y, en adelante, tampoco
pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de
excavación ni llegó al aprobadillo en la de vuelo.
Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo
pez, un magnífico pez, pero no tiene por
qué ser pájaro. Un hombre inteligente debe
sacarle punta a su inteligencia y no empeñarse
en triunfar en deportes, en mecánica y en arte a
la vez. Una muchacha fea difícilmente llegará a ser
bonita, pero puede ser simpática, buena y una
mujer maravillosa... porque sólo cuando aprendamos
a amar en serio lo que somos, seremos
capaces de convertir lo que somos en una maravilla.
Anthony de Mello
http://aldebaranlaestrelladelbuscador.blogspot.com.es/
jueves, 2 de mayo de 2013
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